miércoles, 14 de mayo de 2014



*Hefesto (Vulcano romanos)




La fragua de Vulcano - Velazquez, Diego

La fragua de Vulcano. Apolo se ve envuelto en un manto que deja al descubierto su torso desnudo. Vulcano, en este caso, es simplemente un herrero, al igual que los cíclopes que le ayudan, que son hombres del pueblo que conocen el oficio. Vulcano le contempla con ojos atónitos después de haber escuchado la mala noticia sobre el adulterio de su esposa con el dios Marte a quien le estaba forjando en esos momentos una armadura. (Wikipedia)



1.-Iconografía de Hefesto



Físicamente deforme, se le representa normalmente en su taller trabajando los metales nobles con sus ayudantes, los Cíclopes. A veces se le representa con un mazo de hierro incandescente en la mano.

2.-Mitología de Hefesto



Hefesto (Vulcano, en latín), hijo de Zeus y de Hera, pero hay otras tradiciones. En la hesiódica se pretende que Hera lo engendró sola, despechada por el nacimiento de Atenea, que Zeus había traído al mundo sin intervención de mujer, y que luego Hera lo confió a Cedalión de Naxos para que le enseñase a trabajar los metales. Otra tradición, la cretense, considera a Hefesto como hijo de Talos, el cual lo era de Cres, el héroe epónimo de la isla. Según esta tradición Radamantis era hijo de Hefesto.


Hefesto es un dios cojo y hay varias explicaciones de ello. En la Ilíada, la más corriente, se dice que Hera disputaba con Zeus acerca de Heracles y Hefesto salió a defender a su madre, pero Zeus lo cogió por un pie y lo precipitó furea del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo un día entero, hasta que al final dio en la isla de Lemnos, donde quedó maltrecho, casi sin respiración. Fue recogido por un pueblo tracio, los Sintios, quienes lo reanimaron, pero quedó cojo para siempre. Otra leyenda se narra también en la Ilíada: Hefesto ya era cojo de nacimiento y su madre, avergonzada, decidió ocultarlo a la vista de las demás divinidades y lo arrojó desde lo alto del Olimpo. Cayó en el Océano, donde fue recogido por Tetis y Eurínome, que le salvaron la vida y lo criaron durante nueve años en una gruta submarina. En el transcurso de estos años forjó y fabricó para ellas numerosas joyas y siempre les estuvo agradecido por sus bondades. Pues bien, se ha intentado conciliar estas dos versiones imaginando que Hefesto, lanzado por Zeus, no había caído en Lemnos, sino en el mar, donde había sido recogido por las diosas marinas.



Para vengarse de su madre por haberle precipitado desde lo alto, Hefesto fabricó en secreto un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban al que se sentase en él, y lo envió a Hera. Ésta se quedó sentada y no pudo librarse, sin que nadie supiera el modo de librarla. En consecuencia, los dioses accedieron a liberar a Hera: se encargó a Dionisio, quien gozaba de la confianza de Hefesto, la misión de ir en su busca y, para convencerlo, lo embriagó. Hefesto llegó e el Olimpo montado en un asno y, una vez allí, la desató.



Hefesto es el señor del elemento ígneo. Divinidad poderosa, combate ante Troya con la llama, del mismo modo que en la Gigantomaquia había dado muerte al gigante Clitio golpeándolo con un mazo de hierro incandescente. Reina sobre los volcanes, que son sus talleres, y en ellos trabaja con sus ayudantes, los Cíclopes. Tetis acude a él para que le forje las armas de Aquiles. De hecho, su habilidad ya se había puesto de manifiesto en la fabricación del trono de oro que había enviado a su madre. Ningún milagro técnico le resultaba imposible.



Físicamente deforme, Hefesto había tenido sin embArgo mujeres de gran belleza. En la Ilíada se le atribuye a Cárite, la Gracia por excelencia. Hesíodo le da por espoasa a Áglae, la más joven de las Cárites. Pero sobre todo destacan sus aventuras con Afrodita, contadas en la Odisea. Zeus lo había unido con ella, pero Afrodita se convirtió en amante de Ares. Un día el Sol, que todo lo ve, descubrió a los dos amantes tendidos uno al lad de otro, y fue a contárselo al marido. Éste no dijo nada y preparó una red invisible, que la dispuso en torno al lecho de su esposa. Cuando ella se encontró otra vez con Ares, la red se cerró, inmovilizando a los dos amantes. Seguidamente, Hefesto llamó a todos los dioses para que lo vieran. Afrodita huyó avergonzada, tan pronto se libró, ante las carcajadas de los dioses.



La tradición atribuye varios hijos a Hefesto: el Argonauta Palemón, Árdalo, Perifete y Erictonio. También participó en la creación de Pandora, cuyo cuerpo moldeó con barro. Por otro lado, contribuyó a castigar Prometeo clavándolo en el Cáucaso como presa ofrecida a una águila que le roía el hígado.


3.-El culto a Hefesto



Hefesto es el señor del elemento ígneo. Divididad poderosa, combate ante Troya con la llama y en la Gigantomaquia. Reina sobre los volcanes, que son sus talleres.


Hefesto, el dios impedido y deformado de la artesanía, la herrería y el fuego según los griegos, era hijo de Zeus y Hera. Según el poeta Hesiodo, Hefesto era hijo de Hera únicamente, al igual que Atenea era hija de Zeus nada más. Hefesto era uno de los 12 dioses del Olimpo que convivían con Zeus. Era un trabajador muy diestro y sus hermosas creaciones para los otros dioses y para los más privilegiados mortales eran famosas. Su culto era especialmente intenso en la isla de Lemnos, donde se supone que tuvo su forja. Los romanos creyeron que ésta se encontraba en el corazón del monte Etna, en Sicilia.

Hefesto trabajó sobre un yunque con la ayuda de los cíclopes. Su conexión con Lemnos se entiende debido a que Zeus le expulsó del Olimpo durante una pelea do­méstica con Hera, en la que él había defendido a su madre. Después de un largo viaje por el aire llegó a esa isla.

No era la primera vez que había sido expulsado del Olimpo, ya que antes Hera había hecho lo mismo, avergonzada de la deformidad de su hijo. Hefesto llegó entonces al Océano y allí le salvaron las diosas Tetis y Eurinome. A su cuidado, el joven se empezó a interesar por la artesanía y a hacer todo tipo de joyas. Hefesto se vengó de su madre tiempo después haciéndole un trono de oro con cadenas invisibles. Hasta que Dioniso lo emborrachó, Hefesto no quiso liberar a su madre.

 Tras la reconciliación, el herrero recibió como esposa a Afrodita, que con el tiempo sería castigada como lo había sido Hera, ya que Hefesto descubrió que le engañaba con Ares, dios de la guerra. Hizo una red invisible que situó sobre su lecho y allí fueron descubiertos los dos adúlteros, momento que Hefesto aprovechó para invitar a todos los dioses a ver el espectáculo (ver Afrodita). En esta ocasión, tanto el marido como los amantes se convirtieron en motivo de mofa.

Hefesto hacía reír a menudo a los otros dioses. Homero describe cómo el dios impedido hizo en cierta ocasión de escanciador: «Una irrefrenable risa se extendió entre todos los dioses cuando vieron a Hefesto sin aliento renqueando por toda la sala» (la Ilíada, Libro I). Por otro lado, en este mismo libro el poeta le describe como un magnífico y habilidoso trabajador que realiza obras en los palacios de los dioses del Olimpo y en su propio hogar. A petición de Tetis hizo una armadura fabulosa para su hijo Aquiles, la cual llegó a manos de Héctor duran­te la Guerra de Troya. La descripción de la armadura que hace Homero difícilmente iguala a la belleza del escudo que Hefesto forjó para el gran héroe griego.

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